Muchas son las lecciones que quienes se interesan por
la historia de las campañas electorales pueden sacar de las históricas
elecciones generales celebradas en el Reino Unido casi inmediatamente después
de terminada la guerra la Alemania nazi y que arrojó un resultado asaz
sorpresivo: la derrota de Winston Churchill, el líder cuya determinación y
temple había salvado el pellejo de su país. Mucho se ha hablado de lo “malagradecida”
que resultó ser la nación británica, pero un análisis más acucioso de cómo se
desarrolló esta campaña que llevó a los tories a tan inaudita derrota nos lleva
a concluir que razones había, y de
sobra, para esperar un cambio de rumbo en la dirección del dolido y menguante
Imperio Británico.
El
parlamento electo en 1935 estaría destinado a vivir por el inusitado período de
una década. El inicio de la Segunda Guerra Mundial obligó a la suspensión
indefinida de comicios generales y a la formación, en 1940, de un gobierno de
unidad nacional con la participación de conservadores, liberales y laboristas,
todos bajo la dirección de Winston Churchill. Al terminar el conflicto en
Europa, que supuso para el Reino Unido una victoria ganada tras grandes
sacrificios y mediante una heroica resistencia, la vida política volvió a su
cauce normal. El Partido Laborista demandó la inmediata disolución del parlamento.
Muchos destacados políticos pertenecientes a los principales partidos abogaron
por prorrogar al gobierno de coalición, e inclusive Churchill sugirió
mantenerlo, por lo menos hasta que la guerra en el Pacífico concluyese. Pero el
laborismo no cedió, y el primer ministro convocó a elecciones para el 5 de
julio de 1945.
La primera
elección de la posguerra arrojó una contundente derrota para los conservadores.
Este resultado sorprendió, como ya lo comentamos, a la mayoría de los
observadores internacionales, quienes esperaban una cómoda victoria de aquel
hombre que había llevado al Reino Unido a conquistar uno de los mayores
triunfos militares de su historia. Winston Churchill había volado desde
Postdam, donde se encontraba reunido con Stalin y Truman discutiendo sobre el
futuro de Europa, con el propósito de conocer el veredicto del electorado. En
su lugar, Clement Attlee presenció la clausura de la conferencia entre las
potencias vencedoras en la guerra. Una nueva época en la historia británica se
había iniciado.
Nunca en
este siglo el electorado de una nación democrática había sido tan, aparentemente, ingrata con un líder vencedor en una
contienda armada. El firme liderazgo de Churchill había evitado el
aniquilamiento del Reino y su sometimiento bajo la opresión de una tiranía. ¿A
qué se debió entonces este claro revés en las urnas?
Sobraban razones para esperar una derrota tory en 1945. Winston Churchill no era
todo el Partido Conservador. Además, dirigir a una nación en la guerra no era
lo mismo que gobernarla en tiempos de paz. Al electorado británico se le
reprochó su "mala memoria" al votar en contra de quién lo había
salvado, pero fue precisamente su buena memoria la que condujo a los ciudadanos
del Reino Unido a sufragar como lo hicieron. Recordaron los innumerables
errores cometidos por las administraciones conservadoras en los años treinta,
que acarrearon recesión, desempleo y carestía. Tampoco olvidaron los enormes
desaciertos en política exterior de Chamberlain, con sus esfuerzos por congraciarse
con la Alemania nazi y su tibieza durante la etapa previa a la guerra.
La sociedad
británica de la posguerra necesitaba emprender profundas transformaciones para
garantizar la reconstrucción del país, asegurar el éxito del Reino Unido en su
tránsito de Imperio a nación y brindar de manera efectiva igualdad de
oportunidades y bienestar social. El partido que entendió mejor estas
necesidades fue el laborista. El manifiesto electoral que el laborismo presentó
en 1945 llevaba por título el que para mi gusto ha sido uno de los sloganes
electorales más poderosos de la historia, considerando, desde luego, las
circunstancias históricas del momento: Let's
Face the Future (encaremos el futuro). En él los laboristas proponían un
ambicioso programa de reformas, destacando la nacionalización de instituciones y
sectores sustanciales de la economía como el Banco de Inglaterra, el combustible, la
energía eléctrica, el carbón, el hierro, el acero y el transporte público. También
garantizaba el pleno empleo y prometía la implementación de un servicio
nacional de salud, seguridad social y una nueva Acta de Educación.
Por su parte, los conservadores decidieron
depender al cien por ciento de la figura popular de su líder, al grado que
titularon su manifiesto electoral como "Declaración del Sr. Churchill para
la Política para las Elecciones". Se trató de un documento que pese a que prometía algunas
reformas sociales en el fondo estaba imbuido en el tradicional conservadurismo
doctrinario, además que recurría a un
estilo que inspiraba poca credibilidad entre el electorado.
La reforma
social era el tema central de la campaña electoral, y el Partido Conservador no
lo entendió. Aunque en su programa se ofrecía beneficios sociales, ponía el
énfasis en un ataque superficial y poco convincente contra los proyectos
laboristas. Winston Churchill pronunció reiteradamente invectivas en ese
sentido. Pensaba que con una campaña de miedo bastaría para convencer al
electorado de no aventurarse con un cambio. Describió a sus adversarios como
"aquellos que quisieran imponer a la Gran Bretaña para sus propios
intereses un sistema de control burocrático con olor a totalitarismo".
También declararía que "el socialismo es aberrante para las ideas británicas
de libertad", para rematar diciendo "Ningún sistema socialista puede
establecerse sin una policía política...ellos (los laboristas) tendrían que
instrumentar alguna forma de GESTAPO". Esta retórica del pánico resultó
sumamente contraproducente para el Partido Conservador. Se sacrificaba la
discusión de los temas verdaderamente fundamentales en un intento de captar el
voto por la vía de la propaganda insustancial, utilizando al miedo como arma
política.
Por otro lado, Churchill menospreciaba abiertamente la capacidad intelectual y de liderazgo de Attlee, a quien describía como “un hombre modesto que tiene muchas razones para ser modesto” y como “Un cordero disfrazado de cordero (a sheep on sheep’s clothingh”) y varias más que han pasado a la historia de los más finos sarcasmos políticos.
Al margen de esta batalla político-ideológica-propagandística, escenificada por conservadores y laboristas, estaban los liberales. Sin ninguna posibilidad real de acceder al poder, el Partido Liberal vegetaba desde principios de los años veinte sin representar una alternativa atractiva para casi nadie en el Reino Unido, menos aún una vez terminada la guerra, cuando la nación exigía cambios radicales. Los liberales estaban cerca de los laboristas en muchos aspectos, pero no en el relativo a las nacionalizaciones. Su indefinición, la falta de líderes carismáticos, su pobre organización y la carencia de fuentes seguras de financiamiento parecían condenar al Partido Liberal a una pronta extinción.
El Partido
Conservador sufrió el 5 de julio de 1945
una severa derrota en las urnas, la más grave desde 1905. El número total de
representantes parlamentarios que los tories
consiguieron ese día no sumaba ni la mitad de los que habían obtenido una
década atrás. Los grandes vencedores fueron los laboristas, quiénes fueron
capaces por primera vez en su historia de alcanzar la mayoría absoluta en
Westminster. Los liberales, aunque mejoraron relativamente su porcentaje de
votación comparado con 1935, vieron disminuir su representación parlamentaria.
Clement
Attlee se convirtió en el primer jefe de gobierno miembro del Partido Laborista
con la posibilidad de ejercer el poder sin la necesidad de depender de ninguna
coalición o del apoyo de algún otro partido, factor que abriría las puertas a
un amplio programa de reformas.
Resultados de la Elección General del 5 de julio de
1945.
Partido Total de votos %
MP's %
|
Conservador 9,988,306 39.8 213 33.3
|
Laborista 11,995,152 47.8 393 61.4
|
Liberal 2,248,226 9.0 12 1.9
|
Comunista 102,780 0.4 2 0.3
|
Commonwealth 110,634 0.4 1 0.1
|
Otros 640,880 2.0 19 3.0
|
Totales 25,085,978 100 640 100
|
Porcentaje de participación electoral - 72.7%
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