por Pedro Arturo
Aguirre
Etnicamente, la
abrumadora mayoría de la población del grupo indo polinesio. El 85% de los
filipinos son católicos, el 9% son protestantes y el 5% musulmanes. Los idiomas
oficiales con el filipino y el inglés.
Filipinas es una
nación económica y socialmente pobre y escasamente desarrollada, donde poco
menos del 20% de la población concentra más del 50% del ingreso nacional. El
promedio de ingreso per capita anual es de menos de 700 dólares, el analfabetismo
llega al 15% y los índices de desnutrición y mortalidad infantil son
preocupantemente altos. Todo esto, a pesar de que el país es rico en recursos
naturales.
Filipinas recibió
su independencia de Estados Unidos en 1946. A partir de entonces, funcionó una
inestable democracia presidencial al estilo americano que se mantuvo vigente
durante veintiséis años. En 1972, el presidente Ferdinand Marcos (quien fue
electo por primera vez en 1965) declaró la ley marcial y estableció un régimen
autocrático. La Constitución fue suspendida, los partidos políticos proscritos,
el Parlamento disuelto y los dirigentes de oposición arrestados.
En 1973, el régimen
de Marcos redactó una nueva Constitución, en la que formalmente el Estado
filipino adoptaba un tipo de gobierno parlamentario. Sin embargo, dicho sistema
nunca funcionó en la realidad. Durante todo el lapso en el que se mantuvo
vigente la ley marcial (desde 1972 hasta principios de 1981), el presidente
gobernó al país por decreto. Marcos ejerció una dictadura personalista en la
que él y su círculo íntimo tomaban las decisiones más importantes en la
conducción del gobierno, manteniendo en una situación de auténtico vasallaje a
los Poderes Legislativo y Judicial.
El Estado filipino
tiene una estructura fuertemente centralizada. El país está dividido en 12
regiones administrativas, cuyos gobernadores eran designados personalmente por
Marcos, y en 73 subprovincias, además
del territorio de la capital federal.
Los procesos
electorales estaban bajo el absoluto control del régimen. De hecho,
constitucionalmente sólo podrían celebrarse elecciones si el presidente
consideraba que existían las condiciones lo suficientemente propicias para
ello. El ejercicio del voto era obligatorio para todos aquellos filipinos
mayores de 16 años sin antecedentes penales. En el momento de efectuarse los
comicios presidenciales de 1986, había en Filipinas un total de casi 22
millones de ciudadanos habilitados como electores en 1986.
Los miembros del
parlamento eran electos bajo el principio de mayoría de votos en
circunscripciones binominales. Es decir, los dos candidatos que recibían el
mayor número de votos en un distrito electoral ingresaban al Parlamento. Por su
parte, resultaba electo presidente de la República el aspirante que recibía el
mayor número de votos en elección directa por los ciudadanos a una vuelta.
La máxima autoridad
electoral era -y es, hasta la fecha- la Comisión de Elecciones (COMELEC). Esta
institución es la responsable de la organización y supervisión de los procesos
electorales del país, mientras que la labor calificación recae en el parlamento
vigente al momento de celebrarse los comicios. La COMELEC extiende el registro
legal a los partidos políticos que aspiran a participar en las elecciones. En
la época de Marcos, las fuerzas armadas tenían el derecho de vetar el registro
de un partido político, si a su juicio éste era de carácter
"subversivo".
Los procesos
electorales de Filipinas han sido marcados desde la independencia de este país
(y con mayor fuerza en la época de Marcos) por la presencia de serias
irregularidades, que han dado lugar a continuos fraudes. Mañas tales como los
"electores voladores" (carrusel, o votantes que sufragan varias
veces), la desaparición de las listas del padrón de electores claramente
identificados con la oposición (rasurado) y las "casillas zapato" en
zonas rurales, han sido prácticas comunes cada ocasión que se efectúan
elecciones en Filipinas.
Marcos volvió a
permitir la creación de partidos políticos en 1978. Como principal organización
oficialista, se fundó Movimiento Nueva Sociedad (KBL), a la que Marcos
pretendió convertir en un partido dominante capaz de mantener el poder por
muchos años. La oposición se organizó sobre todo en la Organización Democrática
Unida (UNIDO), coalición donde convergieron cinco distintos grupos anti Marcos,
cuyo principal líder era Salvador "Doy" Laurel. Sin embargo, el
principal adversario político de Marcos, Benigno Aquino, se abstuvo de formar
su propio partido
Desde luego, cabe
destacar el trascendente papel que jugaron en la política filipina durante la
época de Marcos los principales grupos de poder. El apoyo de las fuerzas
armadas era capital para Marcos, pero paulatinamente fue arribando a la dirigencia
del ejército una nueva generación de comandantes ambiciosos, cuya lealtad al
presidente empezó a ser discutible. La poderosa y bien organizada Iglesia
Católica, la cual siempre a ejercido un poderoso ascendiente sobre la
población, fue incrementando durante los años setentas y ochentas su oposición
al régimen dictatorial, al igual que el castigado (económica y políticamente)
empresariado nacional. Asimismo, el gobierno estadounidense, cuya influencia en
Filipinas ha sido siempre vital, también fue convenciéndose poco a poco de la
necesidad de prescindir de Marcos, otrora considerado por Washington como un
aliado valioso e incondicional. Por último, también ha sido importante la
actividad de grupos guerrilleros pro comunistas y musulmanes en las zonas montañosas
y selváticas, la cual se intensificó durante los años de descomposición de la
administración de Marcos.
Antes de
convertirse en dictador, Ferdinand Marcos fue un gobernante democrático que dio
a Filipinas algo de estabilidad política y un desarrollo económico relativo.
Por primera vez electo en 1965, Marcos fue el único presidente capaz de
conseguir la reelección presidencial, al salir triunfador en los comicios de
1971. Durante su primer mandato, el presidente consiguió sus principales éxitos
al poner en práctica plan realista de desarrollo, al mejorar en la recolección
fiscal, al combatir con éxito el contrabando, al lograr la centralización
administrativa y al reactivar la reforma agraria. Sin embargo, en esta época
fueron notorios el incremento de la corrupción en las altas esferas
gubernamentales y el fortalecimiento de las fuerzas armadas.
Desde sus inicios,
el segundo mandato de Marcos prometió ser mucho más complejo y difícil que el
primero. A principios de los setentas, sobrevino en Filipinas una crisis
económica que pronto anuló los avances conseguidos, a duras penas, en la década
de los sesentas. La reforma agraria volvió a detenerse, fomentando el
descontento en el campo. En las ciudades se verificaron violentas y numerosas
demostraciones antigubernamentales estudiantiles, las cuales fueron reprimidas
con ferocidad. La popularidad del presidente se encontraba amenazada. Para
colmo, varias personalidades cercanas a Marcos (entre ellas el vicepresidente)
defeccionaron para unirse a la oposición. La situación era cada vez más
delicada, por lo que Marcos decidió convocar a una Convención Constituyente que
redactara una nueva Ley Fundamental para el país. Marcos era partidario de
establecer un gobierno de tipo parlamentario, pero la cada vez más poderosa
oposición se oponía terminantemente a este proyecto.
La situación era
cada vez más delicada conforme se incrementaba en la nación los niveles de
violencia política. Como último recurso, Marcos decidió apoyarse en las fuerzas
armadas. El presidente acusó a la oposición y a los "politiqueros" de
implementar una enorme conspiración en contra del régimen para hacerse del
poder mediante métodos ilegales. Además, amenazó a las fuerzas armadas y a los
Estados Unidos con la posibilidad de que las guerrillas comunistas que actuaban
al interior podrían llegar al gobierno si él era destituido. Marcos también
utilizó su todavía considerable carisma para tratar de convencer al pueblo de
que era victima de un complot de la ambiciosa oposición, particularmente del
Partido Liberal, encabezado por Benigno Aquino. De esta forma inició una
campaña demagógica, en la que el presidente prometió impulsar una gran
revolución social para terminar con los males de las mayorías.
El 23 de septiembre
de 1972, con el apoyo de las fuerzas armadas (y de la mayoría de la población),
Marcos impuso la ley marcial, disolvió al parlamento, prohibió a los partidos,
mando detener a más de 30,000 opositores y suspendió la Constitución. El nuevo
dictador anunció que a partir de ese momento se iniciaba la construcción de una
"nueva sociedad", donde la pobreza y el resto de las penurias del
pueblo quedarían desterradas para dar paso a una nueva era de paz y felicidad.
Asimismo, Marcos declaró que en adelante funcionaría en Filipinas una
"verdadera democracia".
La "nueva
sociedad" de Marcos consistía sobre todo en un plan para atraer inversión
extranjera masiva e intentar orientar a la economía del país a la exportación,
tal como había sucedido en naciones del área del pacífico como Taiwan, Corea
del Sur y Singapur. Sin embargo, las condiciones que habían permitido el rápido
desarrollo de los denominados "tigres" habían desaparecido en los
años setentas. El mundo había entrado en una profunda recesión, el comercio
internacional se había vuelto más proteccionista y la crisis energética
golpeaba a prácticamente todas las naciones.
Después de un breve
período de crecimiento, la economía filipina se derrumbó. El país entró en una
profunda recesión, caracterizada por la inflación, la fuga de capitales, la
devaluación monetaria y la degradación del nivel de vida de la población. Hacia
mediados de los ochentas, el régimen se sostenía solamente gracias al apoyo del
ejército y de los Estados Unidos, que consideraban aún a Marcos un "mal
menor" frente a la amenaza comunista. Pero la popularidad del gobierno
había caído en un abismo. Particularmente importante resultaba el descontento
de la Iglesia Católica y de los empresarios.
En 1978, el
gobierno volvió a autorizar los partidos,
y en 1981 redactó una nueva Constitución, inspirada en el
semipresidencialismo francés. Ese mismo año, Marcos fue reelecto para un nuevo
período sexenal. Según la nueva Constitución, para ser candidato presidencial
se requería tener 50 años cumplidos, con lo que Benigno Aquino (de 48 años en
ese momento) fue excluido.
Tras la reelección
de Marcos, el panorama se fue deteriorando aceleradamente. La crisis empeoraba
constantemente, así como el descontento de las clases medias. En 1983, fue
asesinado en el aeropuerto de Manila Benigno Aquino, hecho que abrió una nueva
etapa en el proceso de descomposición del régimen. Ahora la oposición contaba
con un "mártir" tras el cual unirse en la lucha contra Marcos.
La primera oportunidad
que tuvo la oposición para desmantelar al gobierno se presentó en los comicios
legislativos de mayo de 1984. De haberse unido la oposición, seguramente ésta
hubiese podido arrebatar la mayoría parlamentaria al oficialismo, con lo que
los días de Marcos en el poder estarían contados. Sin embargo, a último momento
la oposición se desunió. Mientras un sector de la disidencia, dentro del cual
se contaba a los partidarios del difunto Aquino, decidió boicotear los
comicios, UNIDO decidió participar en ellos. El resultado fue un nuevo triunfo
del KBL (el partido de Marcos), con lo que una oportunidad de otro fue
desperdiciada por la oposición.
Sin embargo, lo más
importante de la elección de 1984 no había sido el triunfo de Marcos, sino la
reaparición en la escena política de un importante movimiento de observación
civil electoral: el Movimiento Nacional para Elecciones Libres (National Movement for Free Elections;
NAMFREL), el cual jugaría un papel clave en la transición democrática filipina.
El NAMFREL fue
creado en ocasión de los comicios legislativos de 1951 en respuesta a las prácticas fraudulentas que
habían estado presentes en los procesos electorales del país durante los
primeros años de su independencia. La organización fue diseñada en la embajada
de los Estados Unidos por diplomáticos norteamericanos, y para presidirla fue
designado Jaime Ferrer, quien dimitió a su escaño senatorial (era senador por
el opositor Partido Progresista) para fortalecer a un movimiento cuya meta
principal ra la de "garantizar elecciones limpias e imparciales". El
hecho es que durante la primera etapa de su existencia (años cincuenta),
NAMFREL recibió el financiamiento y apoyo de la CIA, y su trabajo estuvo ligado
siempre a la actividad del Partido Progresista, principal formación de
oposición de la época, el cual era visto con simpatía por Washington, por la
Iglesia Católica y por la mayoría de los empresarios filipinos. En 1953, cuando
el dirigente progresista Ramón Magsaysay fue electo presidente, la actividad
del NAMFREL se fue diluyendo, hasta prácticamente desaparecer a finales de los
cincuentas.
El NAMFREL había
logrado su objetivo. Para las primeras elecciones en las que participó (1951 y
1953), con el apoyo de la CIA y de varios empresarios logró reclutar entre 15 y
20,000 voluntarios, que con la colaboración de la Comisión de Elecciones
(COMELEC) pudo efectuar una contabilidad paralelo. Sin embargo, es importante
destacar tres aspectos, que diferenciarían a la labor del NAMFREL en esta época
a la que efectuaría en los ochentas: la actividad de observación se limitó casi
exclusivamente a las zonas urbanas, el gobierno no reprimió de ninguna forma a
los observadores y los resultados oficiales no contradijeron en lo esencial a
la contabilidad ciudadana (a final de cuentas, la oposición salió vencedora).
En mayo de 1984,
con la oposición en ascenso, los grupos "de la sociedad civil" que se
oponían a Marcos, particularmente el empresariado y la Iglesia Católica,
decidieron resucitar al NAMFREL (cuyo recuerdo gozaba de gran prestigio) para
tratar de evitar que el régimen volviera a recurrir al fraude electoral. Se
destinaron grandes recursos financieros para apoyar al NAMFREL, procedentes de
empresarios y de algunas fundaciones "pro democracia" norteamericanas.
Fueron reclutados aproximadamente 40,000 voluntarios para trabajar en la
supervisión electoral, que monitorearon todo el proceso de registro de
electores e intentaron un establecer un sistema de "contabilidad
rápida" que fuera capaz de arrojar resultados de manera paralela a la
COMELEC. La embajada norteamericana otorgó públicamente su apoyo moral a los
observadores electorales y a su presidente, el empresario José Concepción.
Sin embargo, la
actuación de NAMFREL en las elecciones de 1984 se vio limitada por varios
factores:
2.- Días antes de
los comicios, la COMELEC retiró su permiso para que los observadores pudiera
estar presentes en las casillas, autorizando a la fuerza pública a desalojarlos
en su oportunidad. Esta medida no impidió la labor de los observadores en todos
los casos, pero sí intimidó a buena parte de ellos, con lo que el porcentaje de
casillas cubiertas efectivamente por el NAMFREL no rebasó el 50% del total
(aproximadamente 84,000 casillas en todo el país para la ocasión).
3.- Una serie de
dificultades técnicas obstruyeron a la eficiencia de la contabilidad rápida.
Como ya se ha comentado, la geografía del archipiélago filipino es bastante
compleja, los caminos son malos y las comunicaciones escasas. A los dirigentes
de NAMFREL se les escapó contratar servicios de comunicación eficaces que
apoyaran el envió de la información electoral proporcionada por los
observadores de todo el país de manera expedita y oportuna. En esta ocasión, la
COMELEC ganó la partida, al efectuar su escrutinio y dar a conocer los
resultados oficiales de manera más rápida que el NAMFREL
4.- El absoluto desinterés de la opinión pública internacional
sobre el tema filipino, que marginó de los titulares de la prensa mundial a la
labor de la observación cívica electoral en Filipinas, con lo que se perdía el
apoyo de la comunidad mundial para evitar al fraude.
De esta manera, el
NAMFREL no consiguió impedir que la administración de Ferdinand Marcos
perpetrara un nuevo fraude. Pero la experiencia había servido de mucho. Para
1986, el NAMFREL sabría bien donde habían estado sus errores, mismos que se
cuidaría muy bien de no volver a cometer.
Las Elecciones de 1986 y el NAMFREL
A partir de las
elecciones legislativas de mayo de 1984, el régimen de Marcos entró en una fase
de descomposición aún mayor, con el serio agravante de que los dos pilares que
aún sostenían al gobierno, Estados Unidos y las fuerzas armadas, comenzaban a
flaquear. La administración republicana de Ronald Reagan ya consideraba a
Marcos como un aliado oneroso que creaba más problemas de los que supuestamente
solucionaba. Por su parte, el alto mando del ejército filipino dudaba de la
conveniencia de sostener a un político tan desacreditado en el poder. Mientras
tanto, la situación económica empeoraba, la guerrilla ganaba terreno y aún
dentro de partido gubernamental crecía el descontento con la administración de
Marcos. Por si esto fuera poco, los rumores sobre la mala condición de la salud
del presidente se multiplicaban. El barco se estaba hundiendo, y nadie quería
ahogarse con el capitán.
A finales de 1985,
Marcos estaba entre la espada y la pared, con el poder diluyéndosele poco a
poco de las manos. Fue entonces cuando decidió tomar una decisión sorpresiva y
arriesgada: adelantar a febrero de 1986 las elecciones presidenciales,
programadas originalmente para 1987. Marcos suponía que con la premura, la
oposición jamás podría ponerse de acuerdo para postular a un sólo candidato, de
tal forma que la votación se dividiría entre Salvador Laurel, de UNIDO, y el
viejo dirigente liberal Jovita Salonga. En ese momento el la posibilidad de una eventual candidatura de
la viuda de Benigno Aquino, Corazón, se consideraba bastante remota.
Sin embargo, el
panorama cambió súbitamente cuando en diciembre de 1985 el gobierno dio a
conocer el dictamen final de las investigaciones sobre el asesinato de Aquino,
el cual afirmaba la fantástica e irrisoria versión de que el asesino había
actuado por orden de los comunistas. Este veredicto provocó la indignación
nacional, y animó a Corazón Aquino a participar en la contienda. En los días
subsiguientes se llegó a un acuerdo con UNIDO para que este partido postulara a
la viuda como candidata a la presidencia y a Laurel a la vicepresidencia, y mas
tarde Salonga declino su candidatura para apoyar a Aquino, La tan ansiada
unificación de la oposición se había conseguido en un lapso sorprendentemente
breve.
Ahora la oposición,
unida bajo una sola candidatura, podría luchar unida para derrotar a Marcos, y
NAMFREL podría tener mejores posibilidades de efectuar una contabilidad
paralela. Era un hecho que Marcos, con su futuro político en juego, preparaba
un enorme fraude electoral. Pero la consigna era todos contra Marcos.
Aproximadamente 500,000 personas se presentaron como voluntarios para fungir
como observadores de NAMFREL, más de diez veces el número logrado en 1984.
NAMFREL se había preparado casi dos años para esta ocasión. El régimen estaba más debilitado que nunca,
lo que haría la labor de observación más sencilla. Con todo un ejército de
voluntarios a su disposición NAMFREL pudo distribuir a su gente por todo el
país, tanto en el campo como en las ciudades, y armar una estructura nacional
de observación que sería clave en el éxito de la "contabilidad
rápida" .
NAMFREL contó con
cuantiosos recursos económicos procedentes de Estados Unidos, aportados sobre
todo por la National Endowement for
Democracy (Fundación Nacional para la Democracia, organización que ha sido
acusada de estar vinculada a la CIA), la unión sindical AFL-CIO y la Asian Fundation. Se calcula (The Washington Post, 3 de febrero de
1986) que más de un millón de dólares se destinaron en apoyos para NAMFREL
desde Estados Unidos. Además, también fue cuantiosa la cantidad de dinero
aportado por los empresarios nacionales a título personal, e incluso se llegó a
hablar de que la Iglesia Católica contribuyó económicamente con varios miles de
dólares (Far Eastern Economic Review,
7 de febrero de 1986). La Iglesia Católica prestó a NAMFREL un respaldo
incondicional, apoyando la labor de
observación en todo el país y otorgando su sanción moral.
Con el apoyo de la
Iglesia, de los empresarios y de los partidos de oposición, NAMFREL pudo armar
una estructura nacional que le permitió tener presencia en todas las
administraciones regionales del país. En muchos casos, los gobernadores
provinciales colaboraron con los observadores, lo que habla del grado de
deserción que afectaba al gobierno en los últimos días. El día de las
elecciones, NAMFREL pudo cubrir más del 80% de las casi 90,000 casillas que se
instalaron en el país (Far Eastern
Economic Review, 30 de enero de 1986), algo completamente sin precedentes
en lo que se refiere a la observación electoral a nivel mundial.
NAMFREL llegó a un
acuerdo con el COMELEC para que los observadores tuvieran acceso a las urnas y
recibieran copias de las actas de escrutinio para reportar los resultados de
inmediato por teléfono o telex a las oficinas centrales, ubicadas en Manila,
donde ingresarían a las computadoras. Para evitar las ineficiencias en la
comunicación experimentadas en 1984, NAMFREL contrató a dos compañías privadas
de redes de telex a nivel nacional, con 600 oficinas a lo largo del país, que
durante todo el día se dedicaron casi exclusivamente a reportar los resultados.
Y aunque unos cuantos días antes de los comicios, el COMELEC rompió el acuerdo
y ordenó impedir el acceso de los observadores (FBIS, 4 y 5 de febrero de 1986),
estos impusieron su presencia en la mayor parte de los casos, muchas veces con
la anuencia de los funcionarios electorales oficiales, y llevaron a cabo su
cometido sin mayores contratiempos.
Para el éxito de la
operación de observación masiva y el ulterior derrocamiento de Marcos, fue
clave la presencia de miles de corresponsales extranjeros. En contraste con lo
sucedido en 1984, las elecciones presidenciales de febrero de 1986 acapararon
la atención internacional, lo que evitó el éxito de una represión generalizada
que hiciera imposible la labor de NAMFREL. Además, la intensa cobertura
internacional coadyuvó decisivamente en la actitud asumida por Washington en el
sentido de invitar a Marcos a abandonar a Filipinas.
El éxito de la
contabilidad rápida de NAMFREL evidenció el fraude y le dio la puntilla al
régimen de Marcos. El escrutinio oficial fue notablemente más lento que el
ciudadano. A 24 horas de cerradas las urnas, la COMELEC de apenas había
contabilizado 1.7 millones de votos, mientras que NAMFREL reportaba ya más de
un tercio 7.7 millones de votos (lo que representaba casi un tercio del total).
En este momento, NAMFREL concedía a Aquino el 55.5% de los votos y COMELEC el
50.2%.
Al segundo día de la
contabilidad, cuarenta funcionarios de la COMELEC renunciaron a sus puestos y
denunciaron que habían tratado de ser sobornados para que colaboraran en
operaciones de "maquillaje" de cifras, un hecho ampliamente difundido
en todo el mundo y que despretigió aún más la causa del gobierno filipino. A la
mañana siguiente, NAMFREL informó que había contabilizado el 57% de los
sufragios, y que Aquino llevaba la delantera por más de 600,000 votos, mientras
que el COMELEC anunció que su contabilidad apenas alcanzaba al 48% de los
sufragios, con una ventaja para Marcos de poco más de 500,000 votos (cifras en
FBIS 9 de febrero y Far Eastern Economic
Review del 20 de febrero). Sin embargo, cabe señalar que tanto COMELEC como
NAMFREL daban a conocer sus resultados de manera selectiva, privilegiando, en el
primer caso, a las regiones más favorables a Marcos y, en el segundo, a las
circunscripciones más inclinadas a apoyar a Aquino. De esta forma, la COMELEC
tenía muy adelantado el escrutinio en regiones predominantemente rurales, como
Luzón noroeste, Luzón noreste, Visayas oeste y Mindanao norte; mientras que
NAMFREL se concentró en los distritos urbanos de Manila, Luzón central, Luzón
sur y Visayas central (ver cuadro anexo).
Fue justo en este
momento de la contabilidad, cuando Marcos decidió jugarse su última carta.
Entendiendo que NAMFREL estaba imponiendo sus condiciones, ordenó al COMELEC
suspender sus actividades y solicitó al parlamento que pronunciara de inmediato
un dictamen de calificación electoral, mismo que le fue favorable al presidente.
El Parlamento estaba completamente dominado por el KBL, partido que contaba con
una mayoría absoluta. Marcos argumentó que NAMFREL no era una institución
imparcial, ya que en todo momento había actuado en complicidad con la
oposición, y desconoció su labor. El dictador tenía la esperanza de crear un
clima de violencia que le permitiera, en el peor de los casos, declarar nulas
las elecciones e imponer la ley marcial. También el NAMFREL debió cancelar su
contabilidad, y todo el país estuvo a la espectativa durante una semana
crítica, en la que al final Marcos debió abandonar el país. La contabilidad
nunca se reanudó, por lo que jamás se dieron a conocer los resultados oficiales
de la elección presidencial de 1986.
Fue así como una
experimentada, bien organizada, mejor financiada y eficiente red ciudadana de
observación electoral coadyuvó al derrocamiento de Ferdinand Marcos. Un
ejercito de aproximadamente 500,000 ciudadanos hicieron posible el éxito de
NAMFREL, en un acontecimiento que hasta la fecha no conoce parangón en ninguna
parte del mundo.
Conclusiones
- La situación
política de Filipinas en 1986 presenciaba a un régimen en avanzado estado de
descomposición, profundamente desacreditado dentro del país e
internacionalmente, cuya legitimidad se había desvanecido por completo. En
medio de una grave crisis económica, la dictadura era profundamente impopular,
e incluso sus dos soportes tradicionales, las fuerzas armadas y Estados Unidos,
comenzaron a darle la espalda.
- Para apoyar a
NAMFREL, acudieron importantes grupos de poder dentro y fuera del país. Se
contó con recursos financieros masivos aportados por fundaciones
norteamericanas y empresarios nacionales. La Iglesia Católica puso a
disposición de NAMFREL toda su capacidad organizativa y su autoridad moral. Los
partidos políticos de oposición también colaboraron en la labor de observación.
La abundancia de recursos financieros fue determinante en la implementación
exitosa de un sistema eficaz de
comunicación, base de la contabilidad rápida.
-La organización de
NAMFREL fue cuidadosamente planeada por años en cada una de las 12 regiones
administrativas, lo que permitió distribuir a los voluntarios por todo el país
y cubrir más del 80% de las casillas.
- La presencia
masiva de informadores extranjeros impidió la represión y facilitó la presencia
de los observadores. Asimismo, la deserción de numerosos funcionarios del
régimen, desde gobernadores provinciales hasta los escrutadores de la COMELEC,
también coadyuvó en el fortalecimiento de NAMFREL.
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