sábado, 12 de enero de 2013

Las Elecciones de la “Mayoría Silenciosa”


Nunca antes en la historia electoral de los Estados Unidos un acontecimiento de política exterior había influido tanto el resultado de unos comicios presidenciales como en 1968. La Guerra de Vietnam fue el tema central que los candidatos debieron atender tanto en el proceso de elecciones primarias de ambos partidos como en la contienda nacional de noviembre. El desempeño de las fuerzas americanas en el conflicto de Indochina provocó una profunda crisis de conciencia en la sociedad estadounidense, que hasta la fecha no ha logrado ser superada del todo.

     El gran tropiezo de la administración Johnson fue, sin lugar a dudas, su política en Vietnam. Desde agosto de 1964, con el pretexto de que unos buques de guerra norteamericanos habían sido atacados por lanchas torpederas norvietnaminatas en el golfo de Tonkin, la Casa Blanca recibió del Congreso la autorización para adoptar "todas las medidas necesarias para repeler la agresión y prevenir nuevos ataques". Un poco más tarde -a principios de 1965- el presidente y sus asesores llegaron a la conclusión de que el Vietcong  no podría ser derrotado sin una mayor intervención norteamericana. Se dio entonces la orden de iniciar bombardeos indiscriminados sobre Vietnam del Norte. También a partir de ese momento, Washington se dedicó a enviar cada vez más refuerzos militares, hasta llegar en 1968 a la cantidad de 500,000 efectivos. El número de bajas aumentaba en la misma proporción. En octubre de 1967, el Pentágono anunció que los estadounidenses muertos o heridos en combate sumaban la cantidad de 101,031.  Para 1968, el tonelaje total de bombas arrojado sobre Vietnam del Norte ya superaba al lanzado por las fuerzas aéreas aliadas durante toda II Guerra Mundial. Pero a pesar de esta escalada en la ofensiva y a la utilización de defoliantes, napalm y otros productos químicos en el frente, los vietnamitas no se daban por vencidos.

     Mientras en Indochina se agravaba el conflicto,  al interior del la Unión Americana el panorama empezaba a oscurecer. Una grave crisis social y política estallaría como consecuencia de la guerra y como resultado del fracaso parcial de los proyectos sociales del gobierno. Además, las tensiones raciales volverían a estallar, ahora con un nivel de violencia desconocido hasta ese momento.

     Durante los dos primeros años posteriores a su elección como presidente, Johnson siguió preocupándose por llevar adelante su programa de la Gran Sociedad. Aprovechando la enorme mayoría demócrata en el Congreso (resultado del aplastante triunfo de este partido en 1964 que le permitía al gobierno superar a la coalición republicanos-demócratas del sur), el presidente hizo aprobar importantes legislaciones en los temas de renovación urbana, salud, educación , desarrollo regional y apoyo a minorías; entre otras. La reforma social demandaba fuertes erogaciones por parte del gobierno. Durante los cinco años de la presidencia de Johnson, sólo en lo que se refiere la educación los gastos estatales se quintuplicaron, mientras los dedicados al sector sanitario se triplicaron.

     Paralelamente al crecimiento sin medida del Estado bienestar empezaron a aparecer deficiencias. En muchos casos, los recursos destinados a los programas sociales del gobierno nunca llegaban a beneficiar a sus destinatarios, ya que o se perdían en la compleja maraña burocrática o se aplicaban en satisfacer otro tipo de necesidades. Además, las cuantiosas erogaciones estatales sólo podían ser subsanadas mediante un monstruoso déficit gubernamental, que para principios de 1967 sumaba la astronómica cantidad de 9,700 millones de dólares. Por si fuera poco, la guerra de Vietnam estaba obligando a la administración a desviar recursos destinados a los programas de    la Gran Sociedad para cubrir las crecientes prioridades militares.

     El gobierno no sólo tenía dificultades económicas a causa del déficit en sus presupuestos. La balanza comercial también presentaba preocupantes números rojos. Por su parte, la inflación aumentaba, revirtiendo en gran medida con sus efectos todos los esfuerzos efectuados durante la "guerra contra la pobreza". Sin embargo, la expansión continuaba. El producto nacional bruto alcanzó, en 1967, la cifra récord de 785,000 millones de dólares y (un año más tarde) este número se incrementó a 860,000 millones de dólares. En buena medida este crecimiento debió mucho al impulso que la industria militar recibió por la Guerra de Vietnam.          
La inflación, el enorme déficit presupuestal y (sobre todo) Vietnam perjudicaron notoriamente la popularidad del gobierno. En las elecciones intermedias de 1966 para renovar al Poder Legislativo, los demócratas perdieron 47 escaños en la Cámara de Representantes. Los republicanos y los demócratas del sur volverían a tener la suficiente fuerza para obstaculizar la labor de Johnson. La aprobación de nuevas leyes para ampliar los derechos civiles, para fortalecer las medidas anticrimen, para promover programas de ayuda al exterior, para apoyar la campaña contra la pobreza y para procurar la renovación urbana fueron puestas en suspenso. El Congreso también se negó a aprobar un incremento de 10%  a los impuestos, que se hacía urgente como una medida para combatir al déficit.

     Cabe decir que rumbo al final del mandato de Johnson, las relaciones entre los Poderes Legislativo y Ejecutivo mejoraron.  Finalmente pasaron las iniciativas del gobierno sobre derechos civiles, lucha contra el crimen y aumentos en los impuestos. Pero los recortes a los presupuestos continuaron, así como los esfuerzos para combatir la inflación.
     En el frente racial se verificaron una vez más intensas luchas, que adquirieron en estos años una virulencia sin precedentes. El escenario en esta ocasión no sería, como antaño, al racista y conservador sur, sino las grandes ciudades del este, del medio oeste y de California.  Los negros, desesperados por la falta de eficacia mostrada por las medidas adoptadas por las administraciones demócratas en favor de los derechos civiles, estaban mudando de estrategias. La "resistencia pacífica" practicada por Luther King y otros dirigentes empezó a ser remplazada por los métodos violentos de nuevos movimientos de tendencia revolucionaria. El clímax de los enfrentamientos raciales se produjo en abril de 1968, cuando más de 50 ciudades norteamericanas fueron azotadas por los motines protagonizados por los negros tras el asesinato de Martin Luther King en la ciudad de Memphis a manos de un fanático blanco.

A todas las dificultades de la administración había que sumar todavía la conflictividad en las relaciones industriales. Huelgas en varios sectores productivos estallaron en demanda de mejoras salariales. Johnson se vio obligado a recurrir a la ley Taft-Hartley, tan repudiada por el Partido Demócrata, para poder hacer frente a la situación.
Por todas partes existía la sensación de que la sociedad norteamericana estaba en un proceso de franca descomposición. Las escenas de las atrocidades cometidas por el ejército norteamericano, el más poderoso del mundo, en contra de la población indefensa de un país subdesarrollado habían sacudido a la opinión pública. La Guerra de Vietnam dio lugar a numerosos cuestionamientos entre los norteamericanos, quienes se preguntaban sobre el papel que su país debería jugar en el mundo. 

     Los bombardeos masivos sobre Vietnam del Norte, el reclutamiento  de jóvenes para ser enviados al Sudeste asiático y la mala conducción militar, fueron motivos más que suficientes para originar un vasto movimiento nacional en contra de la guerra. Manifestaciones de protesta se celebraron a lo largo de todo el país, contando con la presencia de millares de jóvenes, estudiantes, intelectuales, negros, chicanos y miembros de grupos pacifistas. Y a medida de que en Estados Unidos crecía la oposición a la guerra, en el frente de batalla cundía la desmoralización de los soldados, forzados a pelear por una causa en la que no creían. Vietnam se convertía en una trágica aventura de la que Washington no sabía como salir.

     Todo este conflictivo escenario fue el telón de fondo de la elección presidencial de 1968. La Guerra de Vietnam estaba dividiendo gravemente a los demócratas. Distinguidas personalidades al interior de este partido, incluido el senador Robert F. Kennedy, eran acérrimos críticos de la política vietnamita del presidente. Sin embargo, para la primaria de Nueva Hampshire el único demócrata que se presentó para retar a Johnson fue Eugene McCarthy (senador por Minnesota) quien defendía una plataforma completamente pacifista. Aunque Johnson salió triunfador en Nueva Hampshire, lo hizo con una diferencia mínima  (menos de ocho puntos porcentuales), demasiado escasa para un presidente en funciones. Al igual que Truman en 1952, Johnson renunció a buscar la reelección tras su fracaso en Nueva Hampshire.                

    Con el retiro del presidente se inició una encarnizada lucha al interior del Partido Demócrata en busca de la nominación presidencial; con Kennedy, Humphrey, y McCarthy como principales protagonistas.  Pero cuando el senador Kennedy parecía perfilarse como el seguro ganador, apareció nuevamente la oscura arma del asesino. Un emigrado jordano de origen palestino, Sirhan B. Shirhan, disparo las balas de su pistola sobre Kennedy cuando éste festejaba su triunfo en la primaria de California.

     La Convención Nacional Demócrata se celebró en Chicago a finales de agosto en medio de un ambiente de violencia. Miles de personas, que se manifestaban en contra de la guerra a las afueras de la sede de la convención, fueron brutalmente reprimidas por las fuerzas del orden. Mientras esto sucedía en las calles, los delegados se daban a la tarea de designar candidato presidencial. Tras el asesinato de Robert Kennedy sólo quedaban McCarthy y Humphrey como aspirantes con posibilidades serias. El primero había obtenido un número considerablemente mayor de votos durante las primarias, pero sus posiciones liberales y su vocación pacifista eran mal vistas por el establishment demócrata. El vicepresidente, quien era partidario de mantener sin mayores variaciones la actitud asumida por Johnson en Vietnam, era el preferido de la dirigencia. En el momento de la votación, Humphrey se impuso fácilmente, apoyado por toda la maquinaria del partido. Como su compañero de fórmula, Humphrey designo a Edmund Muskie (senador por Maine) uno de los legisladores demócratas con mayor prestigio.
Protests
La plataforma electoral fue resultado de una difícil negociación entre las alas liberal y moderada. Había recogido casi una a una las demandas de los liberales en lo concerniente a la política interior, pero sobre Vietnam mantenía los puntos de vista de la administración Johnson. El documento era favorable a poner fin a los bombardeos sobre Vietnam del Norte, pero sólo cuando esta acción "no pusiera en peligro la seguridad de las tropas estadounidenses". Reiteraba la decisión estadounidense de retirar sus tropas "sólo cuando el Vietcong cesara sus actividades en el sur y se replegara al norte". Una vez concertado el alto al fuego, se deberían celebrar elecciones libres en Vietnam del Sur y de ser así, Estados Unidos colaboraría gustosamente a la reconstrucción de ambos sectores del devastado país. Asimismo, una nueva administración demócrata sentaría las bases para que en el futuro la armada sudvietnamita pudiera hacer frente a eventuales amenazas militares.

     Sobre otros temas de política exterior, los demócratas confirmaron su apoyo a Israel (que acababa de vencer a sus vecinos árabes en la guerra de los seis días) y manifestaron su disposición a reconocer a la China comunista cuando esta nación "decidiera convertirse en un miembro responsable de la comunidad internacional"  En los asuntos internos, el dueto Humphrey-Muskie subrayaba la necesidad de combatir a fondo al crimen y a la violencia en las grandes ciudades, mientras que en el terreno económico proponían la elevación de los impuestos a las personas con altos niveles de ingresos. 

     Por su parte, los republicanos tendrían unas elecciones primarias y una Convención marcadamente más tranquilas que las de sus adversarios. El ex vicepresidente Richard Nixon volvió a presentarse como aspirante, al igual que Nelson Rockefeller. Ronald Reagan (gobernador de California) y George W. Romney (gobernador de Michigan) también saltaron a la palestra. Nixon era un ejemplo viviente de constancia. Apenas dos años después de su derrota en las elecciones de 1960, había fracasado en su intento por convertirse en gobernador de California. Cuando todos daban la carrera de Nixon por terminada,  éste se mudó a Nueva York y mantuvo actividad política intensa, fortaleciendo sus alianzas con los sectores conservadores del Partido Republicano. Por su parte, Rockefeller se presentaba a las primarias nuevamente como cabeza del sector moderado, con la esperanza de que el escándalo sobre su divorcio hubiese quedado en el olvido.

     Nixon logró un buen porcentaje de los votos republicanos y fue nominado candidato presidencial en Miami a principios de agosto por la Convención Nacional de su partido. Las enormes diferencias entre el archiconservador Reagan y el liberal Rockefeller hicieron imposible la conclusión de un acuerdo para la designación de otra persona. El discurso de aceptación de Richard Nixon fue una poderos pieza a oratoria que pasó a la historia por que en ella el candidato utilizó el fmoso concepto de “la mayoría silenciosa”. Para la vicepresidencia, Nixon escogió al gobernador de Maryland, Spiro T. Agnew, quien originalmente había aparecido como partidario de Rockefeller, pero que supo cambiar de tren en el momento adecuado. La plataforma republicana era marcadamente menos conservadora que la presentada por el partido en 1964. Se trataba de un documento que pretendía "mediar" entre las posiciones de los moderados y los conservadores sobre los temas de política exterior e interior para no provocar una división que comprometiera el triunfo en los comicios generales.

 Sobre Vietnam, los republicanos acusaban a la administración demócrata de haber fracasado "militar, política y diplomáticamente". Opinaban que la guerra debería "desamericanizarse", procurando el fortalecimiento de las fuerzas armadas del sur hasta que estas pudieran defenderse solas. Una vez cumplido este objetivo, las fuerzas norteamericanas volverían a casa. La plataforma evitaba toda referencia a los bombardeos. Sobre la defensa y seguridad nacionales, se censuraba al gobierno de Johnson por no haber desarrollado armas nucleares y convencionales que garantizaran la superioridad bélica de los Estados Unidos sobre la Unión Soviética. Los republicanos también manifestaban su pleno apoyo a Israel, establecían que el reconocimiento de China Popular no era viable "en las actuales circunstancias", declaraban su preocupación por el incremento del crimen y de los desordenes raciales al interior de los Estados Unidos y, en el terreno económico, condenaban la "desadministración" demócrata, prometiendo una reorganización de los presupuestos gubernamentales e incluso un recorte en los impuestos "una vez terminada la sangría de recursos que supone el conflicto en Vietnam".

Un tercer candidato se presentó para participar en la competencia presidencial. Se trataba de George Wallace (gobernador de Alabama) que promovió la creación del Partido Independiente Americano (American Independient Party). Wallace era un radical de derecha que como gobernador se había opuesto terminantemente a la implantación de los derechos civiles en su estado. La plataforma del Partido Independiente Americano mantenía la necesidad de buscar una paz negociada en Vietnam, pero sí el diálogo fracasaba, habría entonces que imponer una solución militar. Wallace pretendía reforzar al máximo el poder de las autoridades locales y estatales frente la federación, declaraba su  oposición a la Ley de Derechos Civiles de 1968 y ofrecía extender los beneficios de la seguridad social e incrementar los subsidios agrícolas. También proponía  que los jueces de la Suprema Corte de Justicia se sometieran su confirmación periódica por el Senado en intervalos razonables.
George Wallace no aspiraba a obtener el triunfo nacional, pero sí tenía la esperanza de ganar en el sur los suficientes votos para llegar al Colegio Electoral con una fuerza relativa y fungir como "fiel de la balanza" en caso de que un resultado demasiado reñido impidiera que alguno de los aspirantes de los dos grandes partidos obtuviera la mayoría absoluta. De esa forma, los radicales impondrían al presunto ganador una serie de condiciones en el momento de la negociación. 

     La campaña electoral fue bastante anodina. Las diferencias entre ambos candidatos no eran significativas. Los republicanos se presentaban como favoritos, dado la división interna de los demócratas y la candidatura independiente de Wallace. El 31 de octubre, unos días antes de la celebración de los comicios, Johnson anunció la suspensión de los bombardeos a Vietnam del Norte, como parte de una maniobra destinada a beneficiar a los demócratas.  

Las elecciones de 1968 tuvieron como desenlace una apretada victoria a Richard Nixon, que consiguió el 43.4% de los votos populares, apenas siete décimas arriba de lo obtenido por Humphrey. Pero pese a lo reñido del resultado, en el Colegio Electoral Nixon alcanzó el 55.9% de los votos, echando por tierra las esperanzas de Wallace. Los republicanos ganaron en el oeste, en partes del medio oeste y en algunos estados del sur; mientas que los demócratas triunfaron en  la mayor parte de los estados del este, en algunos de la región de los Grandes Lagos y sólo en uno del antiguo "sólido sur": Texas. Wallace ganó en 5 estados sureños (Arkansas, Louisiana, Alabama, Mississippi y Georgia).

     El Congreso siguió dominado por los demócratas, pese a una ganancia de los republicanos de 5 escaños en cada una de las cámaras.